Han pasado los años y Caperucita Roja ya es toda una mujer, acomodada, experta en hacer mamadas y casada con el cazador que en aquella ocasión le salvó de las garras del malvado lobo feroz. Echa de menos las aventuras del bosque y no desaprovecha ninguna ocasión de tirarse al jardinero o leñador de turno que pase por su casa de campo.
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